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viernes, 31 de octubre de 2008

¿TE ESTA LLAMANDO DIOS?


En nuestra vida, tarde que temprano tenemos que pensar en lo que que queremos ser y hacer: que quiero ser un medico, un admon. de empresas, un abogado, que un cantante, que un actor, que un futbolista; miles de ideas pasan por nuestra mente y en esos sueños centramos toda nuestras ilusiones y nuestras esperanzas de un futuro exitoso, quizás muchos anhelaran dinero, otros fama y, otros solo porque es su sueño desde pequeños, y por tal razón, se sienten comprometidos a seguirlo, pero de lo que nadie se da cuenta, es que la respuesta a nuestras inquietudes, no se encuentra en hacer esto o aquello, no se encuentra en el dinero que podamos alcanzar, la fama o el prestigio.

primero debemos tener ideales concretos y plantear un proyecto de vida, que nos lleve a nuestra realizacion como seres humanos, entendiendo que no somos seres perfectos, sino que estamos en constante construccion, debemos tener un motivo mas grande para vivir para que no sintamos mas adelaqnte que no le encontramos sentido a nuestra vida, como lo que le esta sucediendo hoy en dia a muchso jovenes; los seres humanos debemos vivir por algo que valga la pena , por algo en lo que podamos gastar nuestra fuerzas y que nos sintamos desilusionados en un futuro.

es por tal razon que debemos tener ideales, y me pregunatran ustedes: ¿ entonces que es un ideal? y les respondo: un idela es aquello que nos motiva a actuar con decision, con motivacion y conviccion. Todos necesitamos tener ideales para poder que nuestra vida tenga sentido, de lo contrario, no valdria la pena vivir; un ideal no es un impulso de momento o como diriamos otros un capricho, que solo es pasajero, un idela tiene mayor alcance y es a largo plazo, tanto el ideal como el capricho tienen ilusiones pero la diferencia entre el uno y el otro es mayor.


Ilusión e ideal es referirse a dos tipos de miras, a dos desviaciones de un mismo camino que es la vida: primeramente nos podemos rendir a los pies del goce inmediato, del triunfo fácil, del ambiente común, de la satisfacción pasajera; podemos dejarnos llevar por la atmósfera de consumismo, sexo, droga y libertinaje creyendo encontrar en ellos la alegría consumada. Esto es reducirse a la creencia extendida de que no hay nada después de la muerte. Es el vivir el «aquí y ahora» sin pensar en que estamos llamados a la eternidad, a una vida sin fin.La experiencia de otros hombres nos dice que son salidas fáciles, en un primer momento placenteras, pero a la larga dolorosas. Aquí, más que hallarnos ante la puerta de un ideal, nos encontramos en sus antípodas, en el polo opuesto que nos reduce a mirar el mundo como lo único que poseemos impidiéndonos ver que hay algo más que nos supera y a lo cual podemos aspirar.El segundo camino es uno hondamente enraizado en nuestro interior: el trascender, el no conformarse con vivir para morir, con que la vida sea tan corta. ¿A quién no le ha nacido de manera natural una reflexión sobre la fugacidad de la vida y un sano reproche e inconformismo a creer que hemos sido creados para un lapso tan breve de tiempo? Venimos a la existencia con una seguridad: que algún día desapareceremos. ¿Y podemos permanecer tan inmutados ante semejante hecho? Obviamente que no. Dentro de nosotros algo nos dice que hemos sido creados para la inmortalidad.Cuando uno tiene presente todo esto, los ensueños se perfilan, traslucen y purifican; los ideales cobran un nuevo cariz y la vida se redimensiona. Es así, ante reflexiones tan sencillas, ante una elección afirmativa a la trascendencia que exige, en consecuencia compromiso, como se ha consumado la felicidad de millones de seres humanos que han encontrado en su vocación el plan concreto para llevar a cumplimiento su ideal.El ideal del hombre, su programa de trabajo es la vocación. ¿La vocación? Sí, la vocación y no hay por qué temblar. Toda vocación entronca directamente en la única vía que porta a la trascendencia: el servicio. Y el servicio es, por relación lógica, el mayor, el primer fruto de la felicidad, el resultado de un corazón ardoroso.Si, como dice la máxima paulina «hay más gozo en dar que en recibir», todos deberíamos estar gozosos. Evidentemente en un primer momento no es así pues hay una cadena de reacciones detrás: las ilusiones se afianzan con el trabajo de la decisión, las decisiones van enriqueciendo y fortaleciendo el ideal, y el ideal conlleva al encuentro de la vocación propia que se moverá siempre en el ámbito común del servicio.No puede parecernos extraño que sean las personas desprendidas de sí las más felices ni que, caso contrario, las más egoístas sean las más infelices. Nuestra sed de felicidad trasciende los deseos mundanos de fama, dinero y éxito. Esa sed traslada a la búsqueda y, sobraría decirlo, el que busca encuentra.Solemos ligar inmediatamente vocación al estado de vida consagrado-religioso. Es un aspecto pero no el único. Vocación es la ejecución de nuestro compromiso de servir allí donde estamos: si, por ejemplo, elegí la medicina como carrera es porque vi una necesidad sanitaria en la sociedad donde vivo. Una carrera es, en cierto modo, una vocación; una vocación con la que, contempladas las necesidades que me rodean, correspondo según las propias cualidades, dones y aptitudes.Es inevitable echar la vista al supremo de los ideales: la vida consagrada. Ésta redimensiona las perspectivas humanas y mueve al alma al ser más excelso: Dios. Una vida entera para Dios plasmada en el servicio a toda la humanidad. Los que han seguido esta andadura es porque una voz que venía de lo hondo del alma les anunció el sitio y la tarea que les estaba señalada en el orden del mundo.En la vida consagrada, flor bella, perla preciosa y el más rico ornamento de la Iglesia, se encuentra a Dios porque Dios ha salido al encuentro. Es la plenitud del servicio donde ya no se distingue de la vida personal pues, de hecho, ésta es de Dios a favor del prójimo. Si un día desapareciera, el mundo se sumiría en la noche del caos por falta de amor. Quienes llegan a descubrir a Dios como el ideal más excelso y el servicio a los hombres como la aplicación del ideal, son capaces de ver a cada paso la prolongación de la felicidad todo el tiempo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hola vicente eres una persona muy capaz de hacer todo lo que te propones espero que todo lo que te proyectes te salga muy bien
una abrazo en nombre del señor
tati

Rubén dijo...

Me dio gusto conocer tu blog. Un abrazo en Cristo desde USA, soy seminarista tambien y pronto a ser diacono. Dios te bendiga.

Ruben.
http://victoruben.blogspot.com/
http://sacerdotessinfronteras.blogspot.com/

Marcos Emiliano Mesa dijo...

Hola, mira encontre tu sitio en el curso para la formacion sacerdotal.
Es muy interesante, en este momento no estoy con tiempo pero prometo volver a pasar y leer algunos articulos ya que espero me sirvan para mi complementar el discernimiento vocacional que estoy realizando en el seminario de mi diosesis.
Un saludo grande.

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